Page 18 - Si los peces hablaran PDF interactivo
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—Cielo, es que muchas personas han oído hablar del tema, pero no saben

           que la situación en realidad es mucho más grave de lo que parece…
               —¿De verdad? Me parece  muy triste que, pudiéndose  remediar,
           sucedan cosas malas y no se solucionen… ¡Me dan ganas de llorar! —Se
           quedó pensando—: ¿Y si empezamos nosotras?
               —¡Qué bueno! ¡Eso mismo pensé yo, cariño! Es más, tengo una
           buena noticia. ¡Ya lo he hecho!
               —¿Cómo? ¿A qué te refieres? —preguntó muy intrigada.

               —He escrito un cuento, tesoro —comentó satisfecha—. ¡Va sobre
           el mar!  Trata de un precioso arrecife donde viven miles de pececillos de
           colores, y de como una vez, con gran esfuerzo y mucho ingenio, los seres
           marinos fueron capaces de comunicarse con los seres humanos.
               —What…? ¿Cómo qué comunicarse con los humanos? —irrumpió
           la niña con un continuo parpadeo—. ¡No me lo puedo creer! ¿Como si los
           peces hablaran? ¡Qué chulada! ¿Y cómo se te ocurrió eso?
               Lorena estaba excitada escuchando lo que le decía su abuela, así que se acomodó en
           el sillón y cogió la mantita azul de tacto cariñoso con la que se arropaban en sus lecturas

                                  mientras ponía toda su atención en la conversación con doña  Teresa.
                                      —¡Qué buena idea! ¡Cuenta, porfa, cuenta!
                                      —Si te apetece te lo leo, que me gustaría conocer tu opinión —le
                                  respondió mientras iba a coger su relato y el estuche de sus gafas.
                                      —¡Por supuesto que  sí,  abela! —contestó  rápidamente con la
                                  imaginación a punto de estallar por la emoción que le estaba generando
                                  la espera—. ¡Me encantará ayudarte! —y se arrimó aún más a ella

                                  antes de que su abuela comenzara a leer.
                                      —Pues, si estás preparada, ¡empezamos!
               Durante unas horas se sumergió en la asombrosa fábula creada por su abuela. Dña.
           Teresa leía con cariño, aunque la curiosidad de la niña hacía que la interrumpiese de vez en
           cuando para darle su opinión o para preguntarle si lo que decía era realidad o ficción.



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